¿CONDONACIÓN DE LAS DEUDAS HIPOTECARIAS?
Una propuesta que podría hacer su camino.
“¿Y si los deudores de hipotecas iniciasen una huelga de pago?....”. Este sorprendente interrogante ha sido planteado en una ocasión en un foro republicano. El planteamiento tiene la frescura propia de la imaginación política y de la creatividad de quienes parten de enfoques radicalmente democráticos y laicos. En efecto, en materia de política no hay cosas, instituciones ni costumbres que sean intocables por su carácter sacro, vengan de dios, de contrato privado, o del derecho mercantil. Y las instituciones económicas- por muy elevadas que sean- son contingentes y sometidas a la voluntad convenida, racional y deliberativa de la comunidad de ciudadanos.
De entrada, una medida de condonación de las obligaciones hipotecarias sería una propuesta derivada de la imaginación política desinhibida que tanto se echa de menos en las izquierdas de hoy y cuyo contenido comparte la audacia del “atreverse a más democracia” de otros proyectos republicanos como la Renta Básica de Ciudadanía o la Tasa Tobin
Pero resulta además que la abolición y las condonaciones de las deudas hipotecarias que gravaban la tierra han sido históricamente una reivindicación del “demos”, desde la génesis misma de la democracia. La reivindicación y la praxis política consistente en la abolición de las deudas hipotecarias ya se encontraba desde Solón, que en Grecia, creó los primeros fundamentos del pensamiento y la acción democrática histórica. También era una de las medidas y la problemática política típica que con mayor o menor fortuna formaba parte del “programa” de los primeros demócratas, Pericles y Efialtes. Y formaba parte de la acción política a favor del demos, de los muchos y pobres (de los “polloi”, los “aporoi”, la muchedumbre, el “laos”). Es decir a favor del sujeto político cuyo poder era lo constitutivo de la democracia como la entendían los griegos según nos dice Aristóteles, y así era entendido también por los republicanos romanos. Esta abolición de deudas hipotecarias era, pues, integrada y posible en la praxis política, junto con otras medidas tales como el reparto justo de tierras, la distribución y asistencia de alimentos a los ciudadanos necesitados, reformas agrarias, control de mercados, expropiaciones y requisas, etc.
Pues bien, esto no es una curiosidad histórica de simple valor erudito sino que es expresivo de que en democracia, para los demócratas antiguos y los radicales, para los republicanos, la economía, el mercado, siempre han estado sometidos a la política. La economía, la propiedad de la tierra, la fortuna, no eran un ámbito privado, es decir “privado” como carente de la decisión soberana de todos que escapase a lo que debía ser acordado por el demos. Solo bajo el capitalismo hemos asistido a la extravagancia antidemocrática de que una institución publica de carácter y alcance eminentemente social,-las instituciones económicas- que incluye acciones de interés publico y de lo que depende las condiciones de vida de todos, el sustento, y la vida misma sea considerada como ajena a la voluntad de todos. Solo el liberalismo capitalista ha querido llevar a cabo- con éxito, lamentablemente- la aberrante utopía de que la regulación de las condiciones mismas de la vida en la polis, se hace por una “mano invisible” que nos trasciende y que produce una supuesta armonía social. El liberalismo capitalista propone la hipótesis monstruosa y radicalmente antidemocrática de la existencia de un ámbito sin intervención de la conciencia ni de la voluntad deliberativa de todos. Ya vemos que esa armonía es barbarie.
La concepción republicana democrática de que no existe ese ámbito emancipado de la política, ausente de republica, no sólo está en orígenes tan antiguos. Es la propuesta de lo que los republicanos franceses jacobinos con Robespierre llamaban “economía política popular” o “economía política de la multitud”. Vuelve a aparecer la “multitud”, los muchos y pobres. Incluso para Marat son lo que los burgueses y aristócratas “consideráis detrás de vuestras bellas palabras, nada más que canalla”. La economía política de la multitud, la economía política popular y hasta de la canalla, nada mas lejos de la economía como materia reservada a expertos o a manos invisibles. Esta praxis, la de expropiación de riquezas, el control de precios de subsistencias, las cargas onerosos sobre fortunas o para comerciantes de granos, la vigilancia de los mercados por magistrados electos, la vigilancia de los “oligos”- oligopolios, los pocos y ricos- mediante la acción política, por el ejercicio de la soberanía del pueblo, reaparece siempre en los momentos más agudamente genuinos de reivindicación republicana y democrática.
Por esa razón, de fundamento básicamente republicano, una propuesta tal como la condonación de deudas hipotecarias, podría pertenecer a la misma naturaleza de propuestas como las de la Renta Básica de Ciudadanía o la de la Tasa sobre las transacciones Financieras Internacionales (Tasa Tobin). A esto se añade la razón, igualmente de pura cepa republicana, de la tiranía y dominación que supone sobre la renta de los ciudadanos en la circunstancia actual de España, el peso de una media de hasta un 45% de sus recursos destinados al pago de hipoteca. Es una tiranía de condiciones materiales que condiciona hasta ese porcentaje la libre disposición de los recursos normales para vivir libremente y no sometido a otro y que contrasta con la cifra de beneficios de los bancos y demás entidades de crédito, que año a año se incrementa.
No obstante hay una diferencia sobre las propuestas de Renta Básica o Tasa Tobin. Esta propuesta no podría ser sino una medida coyuntural. En este momento y dadas las circunstancias económicas de extrema dependencia que el aumento de los tipos hipotecarios está provocando. Por otra parte debería ser discriminada y limitada a préstamos hipotecarios para la adquisición de vivienda a familias con ingresos inferiores, v.gr., al doble del salario mínimo interprofesional; y en ningún caso podrían beneficiarse las inversiones especulativas o adquisiciones de vivienda de segunda residencia. Asimismo, podría establecerse, en lugar de la condonación, una suspensión temporal de los pagos periódicos de las hipotecas, condicionada a la pervivencia de la situación económica familiar o personal que los impida. Son razones que la prudentia, o trato que merecen las decisiones en materia humana, aconsejan.
Queda el aspecto estratégico y ahí hay mucho que hablar. Esto se relaciona con que actualmente no existe sujeto político protagonista de una verdadera acción de izquierda o republicana. Ese sujeto hay que reconstruirlo y esta es una de las misiones importantes de las izquierdas republicanas. La huelga de pago de hipotecas sería catastrófica en esas circunstancias. Embargarían a los huelguistas sin más problemas por muchos que fuesen. Porque “huelguistas de hipoteca” no es un sujeto político mínimamente organizado ni organizable. Son “yos desvinculados”. La línea- para este tipo de acciones o de otras- es reconstruir el sujeto político “ciudadanía republicana” y esa es la tarea clave para hoy de organizaciones republicanas. Una labor educativa, formativa, deliberativa, capilar hacia todos los movimientos sociales susceptibles de convertirse en ciudadanía republicana o al menos ir quebrantando el bloque hegemónico cultural dominante para facilitar el camino a ese sujeto político que haya de surgir.
Miguel Ángel Doménech.- del Foro de Republicanos de Izquierdas.
Una propuesta que podría hacer su camino.
“¿Y si los deudores de hipotecas iniciasen una huelga de pago?....”. Este sorprendente interrogante ha sido planteado en una ocasión en un foro republicano. El planteamiento tiene la frescura propia de la imaginación política y de la creatividad de quienes parten de enfoques radicalmente democráticos y laicos. En efecto, en materia de política no hay cosas, instituciones ni costumbres que sean intocables por su carácter sacro, vengan de dios, de contrato privado, o del derecho mercantil. Y las instituciones económicas- por muy elevadas que sean- son contingentes y sometidas a la voluntad convenida, racional y deliberativa de la comunidad de ciudadanos.
De entrada, una medida de condonación de las obligaciones hipotecarias sería una propuesta derivada de la imaginación política desinhibida que tanto se echa de menos en las izquierdas de hoy y cuyo contenido comparte la audacia del “atreverse a más democracia” de otros proyectos republicanos como la Renta Básica de Ciudadanía o la Tasa Tobin
Pero resulta además que la abolición y las condonaciones de las deudas hipotecarias que gravaban la tierra han sido históricamente una reivindicación del “demos”, desde la génesis misma de la democracia. La reivindicación y la praxis política consistente en la abolición de las deudas hipotecarias ya se encontraba desde Solón, que en Grecia, creó los primeros fundamentos del pensamiento y la acción democrática histórica. También era una de las medidas y la problemática política típica que con mayor o menor fortuna formaba parte del “programa” de los primeros demócratas, Pericles y Efialtes. Y formaba parte de la acción política a favor del demos, de los muchos y pobres (de los “polloi”, los “aporoi”, la muchedumbre, el “laos”). Es decir a favor del sujeto político cuyo poder era lo constitutivo de la democracia como la entendían los griegos según nos dice Aristóteles, y así era entendido también por los republicanos romanos. Esta abolición de deudas hipotecarias era, pues, integrada y posible en la praxis política, junto con otras medidas tales como el reparto justo de tierras, la distribución y asistencia de alimentos a los ciudadanos necesitados, reformas agrarias, control de mercados, expropiaciones y requisas, etc.
Pues bien, esto no es una curiosidad histórica de simple valor erudito sino que es expresivo de que en democracia, para los demócratas antiguos y los radicales, para los republicanos, la economía, el mercado, siempre han estado sometidos a la política. La economía, la propiedad de la tierra, la fortuna, no eran un ámbito privado, es decir “privado” como carente de la decisión soberana de todos que escapase a lo que debía ser acordado por el demos. Solo bajo el capitalismo hemos asistido a la extravagancia antidemocrática de que una institución publica de carácter y alcance eminentemente social,-las instituciones económicas- que incluye acciones de interés publico y de lo que depende las condiciones de vida de todos, el sustento, y la vida misma sea considerada como ajena a la voluntad de todos. Solo el liberalismo capitalista ha querido llevar a cabo- con éxito, lamentablemente- la aberrante utopía de que la regulación de las condiciones mismas de la vida en la polis, se hace por una “mano invisible” que nos trasciende y que produce una supuesta armonía social. El liberalismo capitalista propone la hipótesis monstruosa y radicalmente antidemocrática de la existencia de un ámbito sin intervención de la conciencia ni de la voluntad deliberativa de todos. Ya vemos que esa armonía es barbarie.
La concepción republicana democrática de que no existe ese ámbito emancipado de la política, ausente de republica, no sólo está en orígenes tan antiguos. Es la propuesta de lo que los republicanos franceses jacobinos con Robespierre llamaban “economía política popular” o “economía política de la multitud”. Vuelve a aparecer la “multitud”, los muchos y pobres. Incluso para Marat son lo que los burgueses y aristócratas “consideráis detrás de vuestras bellas palabras, nada más que canalla”. La economía política de la multitud, la economía política popular y hasta de la canalla, nada mas lejos de la economía como materia reservada a expertos o a manos invisibles. Esta praxis, la de expropiación de riquezas, el control de precios de subsistencias, las cargas onerosos sobre fortunas o para comerciantes de granos, la vigilancia de los mercados por magistrados electos, la vigilancia de los “oligos”- oligopolios, los pocos y ricos- mediante la acción política, por el ejercicio de la soberanía del pueblo, reaparece siempre en los momentos más agudamente genuinos de reivindicación republicana y democrática.
Por esa razón, de fundamento básicamente republicano, una propuesta tal como la condonación de deudas hipotecarias, podría pertenecer a la misma naturaleza de propuestas como las de la Renta Básica de Ciudadanía o la de la Tasa sobre las transacciones Financieras Internacionales (Tasa Tobin). A esto se añade la razón, igualmente de pura cepa republicana, de la tiranía y dominación que supone sobre la renta de los ciudadanos en la circunstancia actual de España, el peso de una media de hasta un 45% de sus recursos destinados al pago de hipoteca. Es una tiranía de condiciones materiales que condiciona hasta ese porcentaje la libre disposición de los recursos normales para vivir libremente y no sometido a otro y que contrasta con la cifra de beneficios de los bancos y demás entidades de crédito, que año a año se incrementa.
No obstante hay una diferencia sobre las propuestas de Renta Básica o Tasa Tobin. Esta propuesta no podría ser sino una medida coyuntural. En este momento y dadas las circunstancias económicas de extrema dependencia que el aumento de los tipos hipotecarios está provocando. Por otra parte debería ser discriminada y limitada a préstamos hipotecarios para la adquisición de vivienda a familias con ingresos inferiores, v.gr., al doble del salario mínimo interprofesional; y en ningún caso podrían beneficiarse las inversiones especulativas o adquisiciones de vivienda de segunda residencia. Asimismo, podría establecerse, en lugar de la condonación, una suspensión temporal de los pagos periódicos de las hipotecas, condicionada a la pervivencia de la situación económica familiar o personal que los impida. Son razones que la prudentia, o trato que merecen las decisiones en materia humana, aconsejan.
Queda el aspecto estratégico y ahí hay mucho que hablar. Esto se relaciona con que actualmente no existe sujeto político protagonista de una verdadera acción de izquierda o republicana. Ese sujeto hay que reconstruirlo y esta es una de las misiones importantes de las izquierdas republicanas. La huelga de pago de hipotecas sería catastrófica en esas circunstancias. Embargarían a los huelguistas sin más problemas por muchos que fuesen. Porque “huelguistas de hipoteca” no es un sujeto político mínimamente organizado ni organizable. Son “yos desvinculados”. La línea- para este tipo de acciones o de otras- es reconstruir el sujeto político “ciudadanía republicana” y esa es la tarea clave para hoy de organizaciones republicanas. Una labor educativa, formativa, deliberativa, capilar hacia todos los movimientos sociales susceptibles de convertirse en ciudadanía republicana o al menos ir quebrantando el bloque hegemónico cultural dominante para facilitar el camino a ese sujeto político que haya de surgir.
Miguel Ángel Doménech.- del Foro de Republicanos de Izquierdas.