jueves, 30 de abril de 2009

La Comisión de Trabajo e Inmigración del Congreso aprueba la constitución de la Subcomisión de Estudio sobre la implantación de una Renta Básica


El pasado martes, 28 de abril de 2009, la Comisión de Trabajo e Inmigración del Congreso de los Diputados aprobó, a propuesta del Grupo parlamentario ERC-IU-ICV, la constitución de una Subcomisión de Estudio sobre la implantación de una Renta Básica de Ciudadanía. Como todavía no está publicada en el Diario de Sesiones, podéis ver el debate, en diferido, en el siguiente enlace

http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/CongresoTV/ConDir?_piref73_2004041_73_1339038_1339038.next_page=/wc/listadoEmisiones&diaElegido=1

Dicha propuesta se aprobó por el Pleno del Congreso en el año 2005, tras las conversaciones mantenidas por el Observatorio de Renta Básica de Attac-Madrid y la Asociación Renta Ciudadana de León con el diputado de Esquerra Joan Tardà (ver foto), pero hasta la fecha no había podido llevarse a efecto. La actual correlación de fuerzas parlamentaria, en la que el PSOE vuelve a necesitar el apoyo de las izquierdas, ha llevado a la "descongelación" de la propuesta y a que se aprobara, con el asentimiento de todos los grupos, la constitución de la Subcomisión de Estudio.

En cualquier caso, nos alegramos de la noticia y esperamos que las conclusiones de dicha Subcomisión ayuden a romper los prejuicios que todavía existen sobre la Renta Básica y que se evidencian en las burdas opiniones vertidas en el editorial, copia de otro de 20005, con el que el diario Expansión "saluda" la aprobación de la constitución de la Subcomisión http://www.expansion.com/2009/04/27/opinion/1240862367.html

Seguidamente, reproducimos la réplica, por supuesto no publicada por los "tolerantes" neoliberales de dicho periódico, de nuestro compañero del Observatorio de Renta Básica de Attac-Madrid, José Antonio Pérez a ese editorial:

"Se nota que estamos en tiempo de crisis y el “low cost” está de moda hasta en los editoriales. Así, este periódico ha vuelto a calcar, hasta en el título, su propio editorial publicado el 15 de junio de 2005 para mostrar su hostilidad un tanto primaria y visceral a la propuesta de la Renta Básica de Ciudadanía. Una propuesta que cuyo coste ha sido estimado por sus detractores en el 12% del PIB. Ese cálculo es apresurado y exagerado, pero aun así, es inferior al dinero que, de la noche a la mañana, las arcas del Estado español dedicaron en un par de meses a salvar a la banca nacional de la debacle financiera en la que habían incurrido por sus propios errores. Se puede, lógicamente, estar de acuerdo o no con una determinada medida, pero no zaherirla con una ignorancia que se vuelve contra el editorialista. La propuesta ha sido defendida por destacados científicos y economistasas, muchos de ellos galardonados con el Nobel. Entre ellos, Norbert Wiener ‘padre’ de la Cibernética, o J. Robert Oppenheimer, director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, o Bertrand Russell.En la década de 1960, Milton Friedman, James Tobin, Paul Samuelson, John Kenneth Galbraith y otros notables economistas, publicaron informes técnicos en torno al denominado “impuesto negativo sobre la renta”, propuesta cercana al Guaranted Income de Robert Theobald.Pero es que hasta el mismísimo Nobel de Economía Friedrich A. Hayek, en “Camino de servidumbre”, obra de obligada referencia para más acérrimos neoliberales, no se opone a que una sociedad que ha alcanzado un elevado nivel de riqueza garantice, a través del Estado, la seguridad contra una privación material grave, ofreciendo la certidumbre de un determinado sustento mínimo para todos. Garantizando asimismo que cada cual pueda complementar este nivel mínimo de acuerdo a sus méritos. Les recomiendo busquen y verifiquen en el texto original este Hayek este pasaje concreto:“Igual que la espuria “libertad económica”, y con más justicia, la seguridad económica se presenta a menudo como una indispensable condición de la libertad efectiva. Eso es, en un sentido, tan cierto como importante. [...] Será bueno contraponer desde un principio las dos clases de seguridad: la limitada, que pueden alcanzar todos y que, por consiguiente, no es un privilegio sino un legítimo objeto de deseo, y la seguridad absoluta, que en una sociedad libre no pueden lograr todos, y que no debe concederse como un privilegio —excepto en unos cuantos casos especiales, como el de la judicatura, donde una independencia completa es de extraordinaria importancia—. Estas dos clases de seguridad son: la primera, la seguridad contra una privación material grave, la certidumbre de un determinado sustento mínimo para todos, y la segunda, la seguridad de un determinado nivel de vida o de la posición que una persona o grupo disfruta en comparación con otros. O, dicho brevemente, la seguridad de un ingreso mínimo y la seguridad de aquel ingreso concreto que se supone merecido por una persona. [...] No hay motivo para que una sociedad que ha alcanzado un nivel general de riqueza como el de la nuestra, no pueda garantizar a todos esa primera clase de seguridad sin poner en peligro la libertad general.”La hipótesis de que nadie trabajaría con una renta mínima es bastante tosca. E insostenible en una sociedad educada para el consumo. Un ingreso mínimo serviría para dar seguridad de que pueden comer a aquellos que hoy no la tienen. Pero sería difícil poder comprar y mantener un automóvil, por ejemplo. Y no parece que haya mucha gente decidida a renunciar a él en aras de una austeridad franciscana.Sorprende que a editorialistas tan avezados en el mundo de los negocios no se les ocurriera en su día plantear otra hipótesis cuya probabilidad era mucho más alta. La de que unos bancos estadounidenses decidieran ofrecer a millones de trabajadores que sólo ganan 10.000 euros al año una hipoteca, sin ninguna señal y sin tener que pagar nada durante los dos primeros años, para que se compre una casa de 525.000 euros. Para, acto seguido, empaquetar, de cien en cien, esas hipotecas en bonos para vendérselos a bancos y fondos de pensiones de todo el mundo. Todo ello, con el visto bueno —o complicidad— de respetables agentes hipotecarios y agencias de calificación que, como Moody's o Standard & Poors, otorgaron a ese tipo de operaciones la calificación más alta. En este caso, los editorialistas habrían acertado de pleno, pudiendo predecir la debacle financiera desencadenada en 2007 por las hipotecas subprime, que condujo a la peor crisis económica global sufrida en el mundo desde la Gran Depresión de 1929."

Observatorio de Renta Básica de Attac-Madrid

 
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